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viernes, febrero 16, 2024
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Carora, la tierra del sol adorada

En el Valle de Las Auyamas, a orillas del río Morere, en el Municipio Torres del Estado Lara, se encuentra Carora, con uno de los cascos coloniales más bellos y mejor conservados de Venezuela. La cuidad es además el centro de la actividad vitivinícola de la región y posee una importantísima tradición musical.

La ciudad fue fundada en 1.569 por el capitán Juan de Trejo con el nombre de Nuestra Señora de la Madre de Dios de Carora. La fundación original era azotada constantemente por los indígenas Ajaguas, por lo que fue necesario mudarla a su ubicación actual. Los ataques continuaron y la población fue quemada y destruida. En junio de 1.572 vino el capitán Juan de Salamanca, logró pacificar a los indígenas y refundó la ciudad, dándole el nombre de la Ciudad Portillo de Carora.

Capilla del Calvario
Capilla del Calvario. Fuente: José Ocanto / Wikimedia (CC BY-SA 4.0).

Una ciudad colonial

El pasado colonial de Carora se aprecia en sus calles empedradas y en las fachadas cuidadosamente mantenidas de cada una de las edificaciones del casco de la ciudad, que es uno de los lugares más visitados por los turistas. La zona, con una extensión de ocho hectáreas, fue decretada Patrimonio Histórico Nacional en 1.977, con el fin de preservarla. 

Son características sus calles anchas calles, rodeadas de casas de arquitectura colonial con amplios ventanales y altas puertas. Las construcciones del casco colonial se remontan a los siglos XVII y XVIII. Uno de los edificios emblemáticos es el Portal de Los Zubillaga, construido en 1.804. Otro lugar interesante es la Casa Amarilla, la casa de cabildo más antigua del país. Se trata de una típica casona colonial de principios del siglo XVII. La Capilla del Calvario es toda una joya de la arquitectura colonial venezolana.

La Catedral de San Juan Bautista fue construida a principios del siglo XVII, aunque su edificación tomó cerca de cien años. Un incendio en el año de 1.825 dañó severamente su estructura, por lo que tuvo que ser reconstruida. En 1.992 es elevada a la categoría de Catedral. Su estilo barroco colonial se ve resaltado por el color blanco puro de sus paredes exteriores e interiores.

Iglesia San Juan Bautista de Carora
Iglesia San Juan Bautista de Carora. Fuente: Consentida / Wikimedia (CC BY-SA 3.0).

La cultura es parte fundamental de la vida del caroreño. La ciudad ha visto nacer a personajes como el historiador Guillermo Morón, el escritor Chío Zubillaga, el poeta Luis Alberto Crespo o el artista plástico Víctor Lameda. Los guitarristas de talla mundial, Alirio Díaz y Rodrigo Riera, son nativos de Carora, lo que hace que esta ciudad sea la sede del Concurso Nacional de Guitarra Alirio Díaz, que convoca a los mejores ejecutantes del instrumento de todo el país.

Un lugar muy interesante para visitar es Bodegas Pomar, en sus viñedos propios ubicados en Altagracia, a media hora de Carora. Toda una experiencia donde aprenderás el proceso para elaborar el vino y podrás hacer una degustación.

A las afueras de la ciudad, pero a una distancia que permite que se pueda llegar a pie desde la Plaza Bolívar, se encuentran los restos de la Iglesia de La Pastora. El templo fue construido en 1.776, por mandato del Obispo Don Mariano Martí y a expensas del Presbítero Pedro Regalado Riera. La estructura fue destruida por la inundación del río Morere en el año de 1.916 y solo quedó en pie la fachada.

Ruinas de La Pastora
Ruinas de La Pastora. Fuente: José Ocanto / Wikimedia (CC BY-SA 4.0).

Gastronomía

En Carora se pueden conseguir diversos platos, desde los más tradicionales como el mute o mondongo de chivo, de textura espesa y muy sazonado; el pabellón o el dulce de paleta, elaborado con huevos, leche y azúcar; hasta la cocina más innovadora, donde se transforma la costumbre gastronómica de la zona para crear nuevos platos.

La tostada caroreña es la consentida de la ciudad. Se compone de una arepa refrita y que a su alrededor lleva chicharrones de cochino, ensalada de tomate y lechuga, aros de cebolla, trozos de aguacate, caraotas refritas, tajadas y papas fritas. Sobre las caraotas debe ir un toque de suero y abundante queso rallado. Esta combinación fue creada en la década de los 40 en el restaurante de Don Don Nicolás Cuicas, llamado El Néctar.

A solo 10 minutos en auto de Carora, se encuentra el pueblito de Arenales. Allí se han popularizado los chicharrones de guabina, un pez de agua dulce, que se sirven con ensalada criolla, yuca, papas fritas, queso blanco en trocitos, limón y guasaca. Son toda una en referencia de la gastronomía larense.

Un excelente lugar para comer en Carora es el Ajjilao Bistró + Té Bar, en la Calle Bolívar, en la planta alta de Centro Comercial Trinidad. Los clientes aquí son muy bien atendidos, el lugar es muy ameno y decorado con gusto. Por supuesto, sus platos son exquisitos, con una magnífica presentación y una sazón estupenda. Muy recomendable.

Otro buen sitio es la Gran Churuata Caroreña, en la Avenida Lara-Zulia. Exquisita comida con muy buena sazón y presentación, preparada con mucho cariño por el señor Lenin.

Alojamiento

Aunque hay varios hoteles en la ciudad, es una gran idea alojarse en la Posada Turística Agua Linda, en la Carrera 3 San Juan con Carrera 7. Excelente atención y cuartos muy confortables. Está ubicada en la emblemática zona colonial de Carora. Muy tranquila y acogedora.

Otra gran alternativa es la Posada El Olivo, en la Carrera 9. Se encuentra en el centro de la ciudad, sus habitaciones son acogedoras y el amable personal te hará sentir como en casa. Cuentan con agua caliente y aire acondicionado. La cuenta incluye el desayuno y un cafecito. Disponen de una terraza muy amplia para pasar el rato descansando o mirar una de las espectaculares puestas de sol larenses.

Balcón de Los Álvarez
Balcón de Los Álvarez. Fuente: José Ocanto / Wikimedia (CC BY-SA 4.0).

¿Cómo llegar a Carora?

Es muy fácil llegar a esta hermosa ciudad larense. Desde Barquisimeto, se debe tomar la Troncal 17, es la misma vía que conduce a Maracaibo y está bien señalizada y en buen estado. El recorrido de 102 kilómetros toma cerca de una hora y media.

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