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Antoine de Saint-Exupéry, el padre de El Principito

En la ciudad francesa de Lyon, el 29 de junio de 1.900, hace ya 120 años, nació Antoine de Saint-Exupéry, un hombre que le dedicó su vida a la aviación, pero que dejaría una huella imborrable en la literatura universal con un libro que escribió para niños: El Principito.

Nacido en una familia acomodada, era hijo del conde Jean de Saint-Exupéry. Quedó huérfano de padre a los cuatro años, y su recuerdo de ese momentó quedó plasmado en final de El Principito.

Antoine de Saint-Exupéry se enroló en el ejército francés a los veintiún años y se unió a los pilotos que transportaban el correo entre Francia y Senegal, entonces una colonia gala, atravesando el Sahara. Decidió narrar en novelas cortas su experiencia en la aviación, publicando en 1.926 El Aviador, en 1.929 Correo del Sur y al año siguiente, Vuelo Nocturno, que sería un gran éxito de crítica.

El aviador se casó en 1.931 con Consuelo Suncín, una escritora salvadoreña. La pareja se estableció en Argentina, donde Saint-Exupéry trabajó como director de una filial de la francesa Aéropostale. Tras la bancarrota de esta empresa, se dedicó al periodismo y la escritura, pero su pasión por la aviación le mantuvo participando en vuelos de prueba y competencias, que varias veces terminaron desastrosamente.

El 30 de diciembre de 1.935, intentando batir un récord de vuelo, Antoine de Saint-Exupéry y su  navegador André Prevot debieron hacer un aterrizaje forzoso en el Sahara. Con muy pocas provisiones y sin agua, deambularon por cuatro días por el desierto, hasta que un beduino los halló. Este episodio dio origen al libro Tierra de hombres, publicado en 1.939 y representa el punto de partida de El Principito.

Antoine de Saint-Exupéry
Antoine de Saint-Exupéry (centro). Fuente: Wikimedia.

La desaparición y el misterio de la muerte de Antoine de Saint-Exupéry

En 1.943 el aviador se incorporó a las fuerzas francesas en África del Norte, y realizó varias misiones desde Córcega y Cerdeña. El 31 de julio de 1.944, Antoine de Saint-Exupéry partió de Corcega a una misión para obtener información sobre las tropas alemanas en el valle del Ródano. Jamás regresó y la búsqueda del avión fue infructuosa.

Varios días después, se encontró en una bahía al sur de Marsella el cadáver de un hombre con insignias francesas, que fue enterrado en Carqueiranne, pero nunca se pudo verificar que se trataba del aviador. 45 años más tarde, un pescador encontró en una isla al sureste de Marsella el brazalete que portaba Saint-Exupéry. Algunos restos del avión que pilotaba se encontraron bajo el mar, cerca del lugar del hallazgo de la pulsera. No se encontraron marcas de proyectiles.

Todavía es un misterio lo que ocurrió con el avión de Saint-Exupéry. En los registro de la fuerza aérea alemana no se reporta el derribo de un avión que pudiese ser el suyo. Algunos incluso manejan la hipótesis de un suicidio.

Billete de 50 francos, emitido en 1.992 en homenaje a Saint-Exupéry
Billete de 50 francos, emitido en 1.992 en homenaje a Saint-Exupéry.

El Principito

En 1.942, Elizabeth Reynal, esposa de uno de los socios de la casa que editaba en Estados Unidos las obras de Saint-Exupéry, Reynal & Hitchcock, le propuso al escritor que trabajara en un libro para niños. Reynal argumentó que esto le ayudaría a manejar su estrés. El autor comenzó a trabajar en el relato ese verano, con tal empeño que en octubre, el libro y las ilustraciones, hechas por el propio Antoine de Saint-Exupéry, ya estaba listo. El Principito se publicó la primavera siguiente.

Si bien se trata de un relato infantil, Saint-Exupéry realmente hace una crítica del mundo de los adultos, abordando temas tan profundos como el sentido de la vida, el amor, la soledad, la amistad y la pérdida.

El Principito es uno de los libros más vendidos en la historia, junto al Quijote de Cervantes, la Historia de Dos Ciudades, de Charles Dickens, y El Señor de Los Anillos, de J.R.R. Tolkien. Sin duda, es el libro en francés de mayor difusión, traducido a más de 250 idiomas y dialectos. De esta obra se han hecho adaptaciones al teatro, la ópera y a la televisión. Pero, más allá de todos estos números, es un libro que toca el corazón del que lo lee de una manera que no podrá olvidar.

Lo que hace bello al desierto es que en algún lugar esconde un pozo.

Firma de Antoinde de Saint-Exupéry
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